Carta de la tía Zulma
Queridos sobrinos:
Tengo tanto para contar que dudo por dónde empezar, pero supongo que las palabras irán encontrando su lugar por sí mismas, como caballos que rumbean hacia las casas.
Voy a empezar por mí. Estuve varios días remolcando al Plymouth de que cuanto más lo empujaba más me hacía acordar a un marido que tuve, Octavio, un pusilánime que tocaba el piano de manera sublime. Así que transformada en la Eurídice de un auto – cómo cambian los tiempos, che, pensar que abrían paso en El Sorocabana para verme caminar – logré atravesar el desierto y llegué a territorio que supuse Masaai.
A primera vista les confieso que estaba encantada, con esos negros regios, pura fibra, con sus caras pintadas y sus taparrabos sugerentes. Como he decidido morir con las botas puestas, no me voy a poner pudibunda a estas alturas, así que mientras me hacía la dormida en una esterilla de paja muy frugal, minimalista diría mi sobrina, no Rosarito, otra, Alejandra creo que se llama, de repente me veo a la morochada salir en estampida hacia una tienda de campaña, con luz, aire acondicionado, TV cable, y una turba hablando por celulares y qué se yo. Después de un esfuerzo de casi dos horas intentando hacerme entender por con uno de los guerreros - que era un bombón- , a puro grito y onomatopeya, de pronto me contestó en un perfecto inglés de Cambridge que estaban participando de una super producción sobre la pobreza en Africa, y que hacía mucho que vivían de hamburguesas congeladas.
No pude seguir con mi rol de reportera del crimen, porque en eso entró todo el equipo de casting, producción, vestuario, maquillaje y no había forma en que se pusieran de acuerdo con nada.
“Este niño no sirve, está demasiado bien” “Esta vieja – no por mí- tampoco, mirá, tiene todos los dientes” “Este otro está para la NBA, con qué querés que trabaje, te hubieras traído algunos del Bronx y acá con un poco de dengue, malaria y dieta a base de latas de mermelada vencida en unos días los tenías a todos hechos una pinturita, pero dale con el color local, dale con el color local!!!” gritaba desaforada una joven de modales que no requieren comentarios a un infeliz con aspecto de gringo, con cara de haber sido siempre el bobo de la cuadra.
“Esto exige una acción Garracino”, me dije, dejando de lado – por un rato- mis pensamientos lascivos. Encaré al yankee y le dije las tres palabras que pronuncio siempre con placer, aunque sin éxito: “Yankee go Home”. Sin más, le quité el celular y un gorro tipo John Wayne que era tan falto de glamour como el de Susan Sarandon en Thelma y Louise. Al voz en el teléfono le dije en tono marcial: “I will call you back in a couple of hours, Bill, I’m in charge now…and, by the way, I’m Ms. Garracino if that means something to you”. Corté y le ordené a uno con aire despierto que me consiguiera un micrófono o algo, y cuando vi que demoraba mucho me subí a una escalera bastante precaria y anuncié:
“Oigan bien todos: soy Zulma Garracino y partir de hace 10 minutos estoy a cargo de esta operación. Mr. Gringo no sirve para nada, especialmente para tenerlos a ustedes, sarta de atorrantes histéricos, bajo control, sólo para hacer un comercial de 2 minutos sobre la pornomiseria en Africa, que además nadie va a ver.
De modo que necesito que me traigan para YA los siguientes elementos porque el rodaje empieza en media hora:
De modo que necesito que me traigan para YA los siguientes elementos porque el rodaje empieza en media hora:
- pegamento (el que sea, no sean zánganos, pueden hacer engrudo)
- moscas
- dos o tres niños
- un plato con la comida con botox que están engullendo
- un bebé
- una embarazada
- la maquilladora
- un grupo de mujeres de la tribu, con un tapiz tradicional o cualquier tela peruana o boliviana, a quién le importa?
- Mostacillas
Entretanto, yo voy a ir entrenando al personal de maquillaje e iluminación. En media hora quiero todo en el set!”.
Por supuesto se impuso la voz de mando, y a un mocoso pelirrojo que hizo un comentario en voz baja le hice una didáctica llave a lo Steven Seagal. En realidad luego me enteré que había quedado deslumbrado por mi magnética personalidad, pero paciencia, que eso le sirva para tener más sentido de la oportunidad.
Todos salieron balando a hacer mis 9 mandados.
En 25 minutos teníamos lo necesario. Con engrudo (obvio) les pegoteamos los ojos a los nenes, y yo le agregué un poco de mermelada de kiwi que siempre llevo así que las moscas les zumbaban alrededor que daba gusto. Le dije al camarógrafo que hiciera unos acercamientos a los rostros y luego se concentrara en los ojos por unos segundos. De ahí seguimos con la embarazada. Como tenía un color espléndido la metimos adentro de un mosquitero y le dijimos que la íbamos a operar porque tenía SIDA y además que el bebé estaba muerto. La mujer lloró que dio gusto, y además se convulsionó lo suficiente en el piso para tener material para ilustrar la falta de atención a las embarazadass, las muertes durante los partos y la pandemia del SIDA. No hubo necesidad de maquillaje porque la mujer estaba más verde que la yerba Armiño, así que le dije a la maquilladora que gracias de nada, y terminamos con una imagen maravillosa, con un grupo de negras encantadoras, como un reclame de Colgate, haciendo unas pulseritas blancas con unas mostacillas que les habían quedado de clavo, empoderándose como dice Nora Castro – o es Nicole Kidman?, bah, es igual- haciendo unas artesanías super fashion que se pueden vender donde sea a 15 Euros, ahora que Africa es lo último en todo, ropa, bijouterie, alhajamiento del hogar, modelos…Todas las mujeres sonreían a la cámara, mientras coreaban algo en Masai, a la luz de una fogata, llenas de esperanza en las ventas de sus pulseras por las que recibirán 17 chelines. Tampoco quiero que se vuelvan empleadas públicas. Les prometí que a fin de mes tendríamos la foto enmarcada de la artesana con mayor producción. Con eso además de hacerlas felices, voy a dejar establecida una base de producción mínima que es necesario por lo menos alcanzar, sino superar cada mes.
Ay, Zulma Garracino, Zulma Garracino, que sería del mundo sin ti.
Ahora estamos en la isla de edición así que tengo que seguir con mi nuevo emprendimiento. En un par de horas, le voy a enviar un sample como decimos aquí a Bill y a Melinda, pero de baja definición, mientras la única copia en alta definición la guardo celosamente, aunque tenga que sacrificar una oportunidad de practicar la promiscuidad, pero creo que ha llegado el tiempo en que las tías nos dediquemos a enriquecer a los sobrinos. El siempre nos ha dado satisfacciones, pero está lejos de su potencial, y Al, con esa estupenda idea de abrir ese consultorio para corazones partidos creo que ha encontrado un rumbo muy prometedor.
Oigo pasos viriles fuera de mi choza…Será que Old Zulma will be back in Action?
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